Thursday, October 21, 2004

celaya come back

a bordo del atlantic negro de cuatro puertas, recorría con los ojos cada escaparate que volaba a través del visor-carro. la humedad me lo recuerda. el olor inasible a piedra mojada, a edificio colonial, a charquitos medio evaporados. una de las vitrinas que había en esa calle que ahora no tiene nombre ni esquinas, atraía mi atención sobre las demás. el toldo de rayas verticales blanco con verde escondía la mitad del paisaje, que se coronaba delicioso entre sus peldaños de terciopleo raído y el cristal cuadrado que establecía los límites (mis límites) entre lo propio y lo ajeno. se trataba de una tienda de muñecas barbie, y el escaparate era una pasarela en constante cambio, donde se disponían sin orden claro - para una pequeña de siete años- un gran número de barbies modelo luciendo los atuendos de última moda. mis preferidos eran los vestidos largos y amplios de princesa, brillosos, de lentejuelas o satín, verdes y dorados, y las muñecas con sus esponjadas melenas rubias, sus labios pintados de carmín permanente, sus descalzos pies escondidos bajo las capas de tela, sujetas todas a los pedestales blancos que vendían en el sobre ruedas y que yo nunca logré armar. semeibaelaliento entre los haces de luz pálida amarilla con que ambientaban la escena en turno.
es lo único que recuerdo de esa calle. y su olor a suelo mojado. recuerdo que era celaya.

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